Opinión personal:
Esta es una novela de amor, ambientada posiblemente en la ciudad de Barranquilla o Cartagena cerca de la comarca del Río Magdalena a principios del siglo XX. Empezamos por conocer al respetable doctor Juvenal Urbino y posteriormente a su esposa Fermina Daza ya de avanzada edad, pero la historia nos regresa a la niñez de la verdadera protagonista, Fermina Daza para enterarnos del romance que alguna vez sostuvo con Florentino Ariza. Así entramos a la verdadera historia de un amor que duraría toda una vida.

Realmente me gusta la manera en que nos relata cada detalle de la vida de los personajes a tal punto de que podemos conocerlos muy bien, siendo ésto también su punto débil ya que en ocasiones lo hace un poco cansado. Y de la misma manera me gusta el tema del amor que maneja en toda la historia, las cartas que dejaban en algun lugar secreto para que el destinatario, siendo Fermina o Florentino, las encontraran, las serenatas con violín, aunque considero que la de piano superó por mucho, también nos cuenta sobre muchos aspectos del matrimonio como la rutina y los conflictos que trae consigo la convivencia diaria.

Es un libro que vale la pena leer, pues, aunque tome algo de tiempo, la historia realmente llega a atrapar al lector y hace que las horas pasen volando mientras se disfruta de esta historia de amor. La recomiendo a todos, y aunque a mí no me gustaron algunas cosas de la historia porque van contra mi moral o mi manera de pensar (me refiero a las acciones de Florentino Ariza), no creo que se pueda dar otra calificación a este libro más que excelente.

...Entonces apeló a sus últimas fuerzas y obligó al marido a discutir sin evasivas, a enfrentarse con ella, a llorar juntos de rabia por la pérdida del paraíso, hasta que oyeron cantar los últimos gallos, y se hizo la luz por entre los encajes del palacio, y se encendió el sol, y el marido abotagado de tanto hablar, agotado de no dormir, con el corazón fortalecido de tanto llorar, se apretó los cordones de los botines, se apretó el cinturón, se apretó lo que todavía le quedaba de hombre, y le dijo que sí, mi amor, que se iban a buscar el amor que se les había perdido en Europa: mañana mismo y para siempre.